Hombres de mente corrompida y descalificados en materia de fe, presuntuosos e ignorantes, que se enzarzan en discusioncillas y en diatribas estériles; privados de la verdad, piensan que la piedad es algo lucrativo.
Como no tienen nada en que ocuparse, se dedican al correteo; y no sólo están ociosos, sino que son parlanchines e indiscretos, hablando de lo que no deben. Han despreciado una buena conciencia y han naufragado en la fe.
(Commonitorio, San Vicente de Lerins)
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